Ahí bien visible, la diferencia entre crecer como niño malcriado e inconsciente (los míos a esa edad no se lavaban solos) o crecer con la responsabilidad de cuidar de ti mismo inculcada por algún adulto bien educado que algún día le instruyó o al que él mismo observó. Es una escena de hace unos 8 años cuando yo residía en República Dominicana donde los haitianos son la población inmigrante más numerosa.
Roland es de Haití y estaba visitando a su padre que malvivía en un edificio en obras colindante con mi casa de Puerto Plata. Vivía en Puerto Príncipe con su madre. No sé ahora mismo dónde está. La estadística me dice que es muy posible que él o alguien muy cercano hayan fallecido en alguno de los huracanes que han sufrido desde entonces, durante el terremoto de enero 2010 o, posteriormente, víctimas del cólera. Todo ello en el país que ya antes de todo eso era el más pobre de toda América.
Nadie merece tal cúmulo de desgracias. Uno de los lemas de la nación haitiana es "la unión hace la fuerza" ¿Qué tal si los países desarrollados se lo toman en serio y ayudan ? Fondos para la reconstrucción y ayuda para la estabilidad política en el país. Los haitianos son personas muy inteligentes y capaces pero necesitan apoyo para levantarse. ¿No lo necesitarías tú?
(vuelve a fallarme blogger con las fotos !!!!)
Enhorabuena por este articulo tan emocionante, triste y divertido a la vez. Gracias por compartir esos pensamientos con todos nosotros!! (Alicia)
ResponderEliminarGracias por hacernos esta reflexión, ni siquiera nos damos cuenta de lo que tenemos, y ni siquiera nos lo hemos ganado, nos lo han dado simplemente por nacer en el lugar adecuado ... Esta si que es una loteria que ya nos ha tocado y encima no sabemos valorarlo.
ResponderEliminarUn abrazo María, que sigas así de vital.