Pocas veces me he sentido tan sssssssstupendísima como cuando estaba embarazada de Ana, mi hija mayor. Me veía a mi misma guapísima e incluso más estilizada, apenas engordé. No tenía hambre y mis únicos antojos eran la leche (perfecto) y las sopas. Esto último no tendría nada de anormal si no fuera porque por entonces vivía en República Dominicana, en temperaturas superiores a los 30 grados y una humedad tremenda ¡ Qué sudadas ! Pero eso no importaba, tenía energía 100% y una alegría continua en el cuerpo.
Pero como el típico tópico de que cada embarazo es diferente en mi se cumplió tal cual, nunca me sentí físicamente más miserable que durante los primeros meses de embarazo de Dani. Además de que mi barriga ya era evidente desde casi el minuto cero (aunque debo decir que era una barriga preciosa), mis actividades más frecuentes durante los primeros 3-4 meses fueron vomitar, combatir calambres y repudiar cualquier tipo de olor, daba igual que se tratara de un aroma en otra vida agradable.....
El resto del embarazo fue algo mejor, aunque mi continuo antojo por el chorizo, producto puramente español en un lugar tan poco apropiado para ello como Punta Cana, me tuviera al borde del telele. Recuerdo que algún día llegué a desayunar, almorzar y cenar bocata de chorizo y es que cada amigo, conocido o primo lejano que aterrizaba en la islita desde España debía camuflar en la maleta el tan deseado embutido, so pena de no tener permitido el acceso al hotel. El resto de alimentos no me interesaban en absoluto.
Si hay que decir que del embarazo de Daniel me encantaron dos cosas que no viví con el de Ana. A pesar del cansancio añadido que significa atender a un bebé mientras esperas otro, el compartir mi embarazo con Ana fue algo muy especial. Por otro lado, el haber resistido la curiosidad de saber el sexo del bebé fue un acierto total. Descubrirlo en el momento de dar a luz fue realmente emocionante y lo recomiendo a todas las futuras mamás.
No entraré en el momento de romper aguas y la interesante travesía de 3 horas en ambulancia desde Punta Cana a Santo Domingo porque eso da para un post aparte.
Tengo 2 únicas fotos de mi primer embarazo.....me las tomó mi madre en la clínica con mi cámara de bolsillo. O quizás debería decir tenía. Porque querría haberlas mostrado en este post y ahora ni siquiera las encuentro, tendré que buscar mejor. Yo estaba muy sonriente, recién preparada para ir al quirófano para que procedieran con mi cesárea programada. Del de Dani no recuerdo tener ni una..... el parto fue prematuro y ni estaba mi madre, ni había tiempo para fotos.
Hoy realmente lamento mucho no haber inmortalizado mis preciosas panzas, las recuerdo con mucho cariño y mis hijos a menudo me preguntan por ellas. Aunque ambos embarazos fueron tan diferentes si tuvieron algo en común: la felicidad completa de ir anticipando la llegada de un pequeño a casa.
que bonito compartir tus experiencias Rosa, me alegro de poder leerte. Coincido en muchas cosas contigo; el embarazo nos hace estupendissisimisimasss. Besos
ResponderEliminarHola Ester, mil gracias por leerme !!! La verdad es que esto del blog es una nueva aventura en la que me embarco sin pretensiones y sin expectativas demasiado definidas, ni siquiera sé si soy capaz de mantenerlo vivo con entradas frecuentes.....vamos a ver a dónde me lleva el viento....mientras tanto, la verdad es que lo estoy disfrutando.
ResponderEliminarTus aportaciones como mami son más que bienvenidas ! Un abrazo.
yo no he podido exerimentar lo que se siente con un embarazo pero me ha encantado leerte, no dejes de escribir, aquí tienes una fiel seguidora y mi mail ya se encarga de avisarme cuando has escrito algo nuevo, solo que a veces uno no puede leerlo tan pronto como desearía.
ResponderEliminarcuidate mucho